La realidad del trabajo sexual: una mirada crítica a la explotación y la indiferencia

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Una mirada crítica a la explotación y la indiferencia

El trabajo sexual, comúnmente asociado a las trabajadoras sexuales o "cariñosas" en el contexto mexicano, es un tema complejo que refleja dinámicas de desigualdad, explotación y negligencia institucional.

A través de mi experiencia realizando servicio social en el DIF de la Mujer, escuché historias desgarradoras que evidencian cómo muchas mujeres ingresan a este mundo de manera involuntaria.

Engañadas con falsas promesas de empleo, como trabajos de limpieza o cuidado, son llevadas desde comunidades rurales a zonas urbanas donde terminan forzadas a ejercer el trabajo sexual o a trabajar en bares como bailarinas exóticas (teiboleras).

Estas historias no son aisladas; son un reflejo de una problemática estructural que persiste en México y en gran parte de América Latina.

Un amigo que trabajó en el área de urgencias en la Ciudad de México me compartió experiencias igual de impactantes. Muchas trabajadoras sexuales que llegaban a los servicios médicos eran mujeres que habían iniciado en este entorno siendo menores de edad.

Esto dejaba huellas visibles en su comportamiento, autoestima e incluso en habilidades básicas, como escribir su propio nombre en los registros médicos. La falta de educación formal y las condiciones de vulnerabilidad en las que crecieron agravan su situación, atrapándolas en un ciclo difícil de romper.

La trata de personas y la complicidad institucional

La trata de personas, el esclavismo sexual y la explotación sexual son realidades conocidas, pero la respuesta institucional sigue siendo insuficiente. Las autoridades, en muchos casos, están al tanto de estas prácticas, pero la corrupción juega un papel crucial.

No es raro que reciban sobornos, lo que les lleva a hacer la vista gorda ante las redes de explotación. Los proxenetas, o "padrotes", son figuras centrales en este sistema, controlando a las trabajadoras sexuales mediante deudas ficticias, amenazas y violencia psicológica o física.

Un ejemplo claro de esta crueldad es el modus operandi de muchos proxenetas: engañan a mujeres, especialmente de comunidades marginadas o migrantes, con promesas de trabajo digno. Les ofrecen cubrir los costos de viaje y estadía, solo para quitarles sus documentos de identidad al llegar y obligarlas a "pagar" su deuda a través del trabajo sexual. Esta práctica no solo es inhumana, sino que constituye una forma de esclavitud moderna.

El estigma y las barreras para salir

Más allá de la entrada forzada al trabajo sexual, muchas mujeres enfrentan un tercer obstáculo: la dificultad de abandonar esta vida. Para aquellas que han estado en el medio durante años, el trabajo sexual se convierte en su única referencia de vida.

La falta de oportunidades educativas, el estigma social y la carencia de redes de apoyo hacen que reintegrarse a otro estilo de vida sea un desafío monumental. Como mencionaba una trabajadora sexual venezolana en el documental El portal:

El dinero en este oficio puede ser rápido, pero nunca es fácil.

Las trabajadoras enfrentan riesgos físicos, emocionales y sociales diariamente.

Incluso en las calles, las trabajadoras sexuales desarrollan estrategias para protegerse. Muchas seleccionan cuidadosamente a sus clientes, evitando a aquellos que perciben como peligrosos, como personas alcoholizadas o grupos de hombres con actitudes hostiles. Sin embargo, estas decisiones no eliminan los riesgos inherentes a su entorno ni las condiciones de explotación que muchas enfrentan.

¿Regular o no regular?

La regulación del trabajo sexual es un debate candente. En países como Alemania, Países Bajos y Nueva Zelanda, donde el trabajo sexual está legalizado, persisten problemas como el estigma, la explotación y la trata de personas.

Aunque la regulación puede ofrecer ciertas protecciones laborales y acceso a servicios de salud, no erradica las dinámicas de poder que perpetúan la vulnerabilidad de las trabajadoras.

En América Latina, donde los sistemas de justicia y las instituciones suelen ser más débiles, la regulación enfrenta aún más obstáculos. La falta de voluntad política y la corrupción agravan la situación, dejando a muchas trabajadoras desprotegidas.

Un problema estructural

El trabajo sexual no es, en la mayoría de los casos, una elección libre. La pobreza, la falta de educación, la violencia de género y la indiferencia de las autoridades son factores que empujan a muchas mujeres a este mundo.

Combatir esta problemática requiere un enfoque integral: desde fortalecer las leyes contra la trata de personas hasta ofrecer programas de reinserción social, educación y empleo para quienes desean salir. También es crucial desmantelar las redes de corrupción que permiten que estas prácticas persistan.

En conclusión, el trabajo sexual no puede entenderse únicamente como una cuestión de moralidad o elección personal. Es un reflejo de desigualdades profundas y de un sistema que falla en proteger a las personas más vulnerables.

Mientras no se aborde con seriedad y compromiso, las historias de explotación seguirán repitiéndose, y las trabajadoras sexuales seguirán enfrentando un sistema que, en muchos casos, las condena en lugar de protegerlas.

Si bien hemos leído sobre trabajadoras sexuales que son engañadas con promesas falsas, e historias desgarradoras, también existen otras que lo hacen por ganar dinero.

En una ocasión contraté el servicio de una trabajadora sexual por tres horas, una hora para que me contaran de su vida y quienes eran, y las otras dos para lo demás, había historias tan deprimentes, que mejor jugábamos videojuegos en lo que pasaba el tiempo, y en una ocasión le ayude a repasar calculo a una que iba a hacer su examen de la prepa.

En otra ocasión contraté los servicios de una chica que me platico que se sentía bastante triste por tener que trabajar en ese medio a espaldas de su novio y sus padres y que aparte la agencia le quitaba el 50%

Entender la prostitución es un tema muy difícil, porque muchas veces es un infierno para las chicas que trabajan sin ningún tipo de protección ni seguridad social o fondo de retiró, muchas de ellas, las que logran hacerlo en secreto se tienen que cuidarse de malos agentes y representantes de estas dependencias que también se aprovechan de ellas.


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